Todo
cuanto tiene un lugar en el largo y ancho del universo, está sometido a una
energía vital que marca el principio y el fin de la existencia en sí misma.
Cada elemento vivo tiene la facultad de manipularla como mejor vea, este uso de
la energía hace que nos sintamos bien o mal, con ganas de vivir o de morir,
alegre o deprimido, es la energía de la vida y vivimos según sea la calidad de
ella.
Esta
energía tienes dos características que la define en sí misma. Energía Yin y energía
Yang, es la misma energía pero con dos polaridades contrapuestas, cuando estas
polaridades están equilibradas, el elemento vivo se encuentra en un perfecto
estado.
Un
elemento vivo, componente de un conjunto mayor, tiene su propia energía y esta
energía se modifica cuando es la energía del conjunto; funciona de manera
similar a la energía magnética, un cuerpo magnetizado tiene los dos polos N y
S, como cualquier imán, cuando dos cuerpos magnetizado se juntan, ambos pierden
sus polaridades para crearse una nueva, que incluye a los dos. Cuando hablamos
por ejemplo del hígado humano, este elemento vivo tiene su propia energía, pero
cuando estamos refiriéndonos al torso, o al cuerpo entero, este nuevo elemento
crea su propia energía e incluye todos los elementos que lo comprende en su
constitución.
El
contenido energético de un elemento vivo, repercute sobre su entorno de manera
determinante, creándose una guerra de energía en la que la más fuerte vence, en
el ejemplo anterior, si un hígado tuviera la energía desequilibrada, estaría
enfermo, y este malestar repercute en el cuerpo que lo contiene, de esta manera
si el cuerpo se fortalece puede reequilibrar la energía del hígado consiguiendo
ponerlo bien, en el caso contrario, el hígado podría acabar con la vida del
cuerpo que lo contiene.
Esta
influencia directa se da en todo lo que existe en el universo, y desde este
apartado iremos contemplando más detenidamente estas influencias y en los
diferentes elementos vivos que conocemos, así contemplaremos circunstancias que
a veces nos resultan difíciles de comprender y creer.
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